Deja que fluya...

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El amor es lo mas importante del mundo.

Los padres de Tanbya... II Parte




Tanbya era una joven que creció en los bosques centrales, donde las hadas aun encuentran la luz de las estrellas mágicas que las hacen volar y les permiten tener sus poderes; ella era una chica normal, dentro de lo que cabe, hija de la generación mas poderosa de brujas blancas, todas mujeres; y es que desde tiempos inmemorables los frutos de todas habían sido mujeres sin temor a equivocarse. Ella era de la decimo octava generación de "umstras", las brujas del bosque, pero aun era muy joven para entender la magnitud de su herencia.

En cada generación se determinaba la predominancia del poder, pero desde que este mundo existe se sabia que la de Tanbya seria el mas importante, el mas fantástico, el decisivo, ella seria la elegida pero no por profecía de sus abuelas, sino porque era su destino, el cual ha sido seguido por todas sus bisabuelas y en especial la materna quien desde pequeña la crió con el más dulce de los encantos y que junto a su madre le enseñó a hablar con el aire, las montañas, el agua, con todo ser viviente en el bosque.

Si contamos un poco de su historia, su padre es un elfo del bosque un ser astral y mágico que ha andado en los bosques desde hace muchas lunas, he prometido al realizar este relato en no develar su edad, porque aun en su condición de elfo, es quisquilloso y sabio, con algunas de sus cosas. Hijo de la Princesa Nessa y el príncipe Endirfor, Dafon, el padre de Tanbya, creció dentro de los bosques elficos del Este en donde las laderas son enormes y los bosques de plata, los ríos de diamante y donde no hace ni frio ni calor, donde no obscurece el día y siempre hay suficiente luz como para que el bosque brille, su gente nunca duerme.

Los padres de Tanbya se conocieron por el destino, no es como en esos cuentos de amor que se inventan los mortales, no, ellos simplemente se encontraron. Anika, su madre, caminaba por la pradera buscando con sus siervos, las plantas que utilizan los brebajes con los que curan al pueblo de los mortales, las brujas blancas de su generación eran cuatro y sus poderes venían de las plantas del bosque, así que eran expertas en las pociones y en mantener sano el bosque. Siempre eran cuatro, porque cada una de ellas debía estar separada de la otra, una al norte en las tierras altas, una al este en las tierras elficas, una al oeste cerca del océano y la siguiente al sur en las tierras fértiles de los volcanes, ésta cuidaban que las erupciones no destruyesen al resto, la del norte procuraba agua fresca en los ríos para amedrentar la sed y ahuyentar el calor, la del este, nuestra Anika, realizaba las medicinas en los bosques, la del oeste proveía de alimentos del mar y cuidaba las aguas enfurecidas, las mas anchas de todo el mundo y así todas cuidaban el equilibrio entre unas y otras. Y bien continuo mi relato, Anika era la bruja del este, el día que conoció el amor, estaba soleado y ventoso, ella usaba una estola purpura con su vestido blanco, el cual se mecía al viento como su largo cabello negro, la vista de esa mujer era la mas hermosa, ni las flores sentían envidia porque sabían lo dulce de su corazón y lo poderoso de su mano.

Dafon se encontraba regresando desde la montaña del norte, después de ayudar a unos mortales con la guerra, aun debatían por el poder y el reparto de la tierra, que sabían, no les pertenecía pero un corazón humano siempre anhela el poder, los elfos tratan no de combatir porque son seres pacíficos, sino de mediar para que no hayan muertes, a eso se dedicaba Danfon y su comitiva real.

Cuando al paso de las águilas, cerca del río de la hadas vio la criatura mas hermosa que pudiese imaginarse, su vestido blanco bailaba con el viento, sus ojos eran hermosos a pesar de su color negro y su alma se sentía cerca y llenando con esplendor todo el lugar, cosa que lo extrañaba porque no estaba acostumbrado a sentir así, de otro ser que no fuera un elfo y a pesar de conocer a la bruja del norte, de donde venía, sabía que Anika era diferente, algo especial y de repente se sintió sobrecogido y abrumado en tanto misterio. -Descansaremos aquí-, grito, dejaremos que los caballos se refresquen, tomaremos algo de fruta y haremos un campamento, al momento los elfos se bajaron y cumplieron con las órdenes de su señor. Dafon, sin quitar su vista en ella, camino hasta Anika, ella le vió y de repente sonrió, sabia su destino, vio su vida junto a ese apuesto caballero y sabía de su gran poder, al acercarse le saludó como lo acostumbraron sus mentores y ella reaccionó en una risa y un gesto dulce: -mi nombre es Anika-, le dijo, -soy la “umbra” del este-, -Dafon, es mi nombre-, contestó él aun atónito entre tanta familiaridad con ella, -soy hijo de la Reina Nessa y el Rey Endirfor-, -Sí, lo se- Estuve en su coronación la cual es la mas memorable desde tiempos ancestrales, tus padres reinarán en el más fantástico de los tiempos y serán recordados por muchos años por su justicia y su unión- contestó Anika.

Varios días pasaron, recorrieron todo el bosque, ella le enseñaba sus artes y el le contaba sus historias, compartían todo el tiempo que podían; por las noches caminaban a recibir a la luna y se sentaban en los claros del bosque. Hasta que un día el se atrevió a besarla, sabía que era el único momento que le quedaba, ya que debía partir pronto, la tomó del rostro, la miró y sabían que estaban hechos del mismo aire, del mismo tiempo, se besaron como si sus almas toda la vida esperaran encontrarse de nuevo y desde ese momento, supieron que no podrían dejarse jamás. Él al día siguiente levantó su campamento, sabía que debía irse y arreglar todos los detalles para su boda, había encontrado a su mujer y ella debía volver donde su madre y abuela a confirmarles lo que ya sabían sucedería, así que a temprana hora ella lo siguió al bosque y le entregó una flor de cristal, parecía agua y pero tenia reflejos purpuras como su estola. –Guárdala dijo ella, -y cada noche sal a la luna, mientras no estemos juntos, donde quiera que estés llegaré a ti por unos momentos, así recibiremos a la luna y nos contaremos la vida, te abrazaré y volveré con los míos hasta que el destino nos permita de nuevo, estar juntos-, él la tomo, y la guardó cerca de su corazón, la abrazó y besó su rostro y sus labios lentamente para que el beso durara mucho tiempo y tomados de la mano volvieron para emprender sus caminos.

Continua

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